HISTORIAS QUE VUELAN A TU ALREDEDOR

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viernes, 2 de mayo de 2025

78 Mi único amor

 





Salí del coche estacionado y aguardé a que mi hijo trajera el andador metálico mientras yo observaba la fachada de aquella residencia geriátrica. En la entrada, mi esposa estaba sentada en la silla de ruedas que gobernaba una asistenta. Juntos y cosidos de la mano vimos como nuestro hijo dejó mis dos maletas en el interior. Tras darnos dos besos a la par, regresó al coche alegando premura; me acerqué al oído de su madre y le susurré:

—De nuevo los dos juntitos.

—Hoy está más relajada —indicó la asistenta con tono sutil—, aunque la demencia persiste… Hace poco que ha salido de la peluquería para ustedes.

—En adelante, yo me encargaré —respondí y le mostré mi hoja de admisión.

 

 

 

miércoles, 2 de abril de 2025

76 Ultimátum







Benito se encontraba en el comedor de su casa cuando escuchó los pasos acelerados de su esposa, se levantó del sofá consciente de que no podía explicarle nada, sin evitar algún tambaleo. Sus ojos centelleantes acortaron distancia a la botella de ron, vacía. Demasiado borracho para discutir de forma sensata, ella quedó quieta y enhiesta frente a él; con ímpetu le conminó:

―Cuando decidas salir del alcoholismo, dímelo. Me marchó...

―No has cerrado la puerta de casa ―respondió.

―... Pero si mi corazón.

 


martes, 1 de abril de 2025

75. Bulo mediático

 


 

 

Aurelio estacionó la furgoneta y se acercó a su casa, al girar para entrar en la bocacalle, observó a un grupo de periodistas frente al inmueble en donde vivía. Uno de ellos, al verle llegar, se le acercó adelantando al cámara con micrófono en mano:

―¿Qué piensa hacer con tanto dinero? —Al quedar mudo, la periodista insistió―. Nos han dicho que usted compró un número de lotería en la misma administración que ha repartido el primer premio de la lotería nacional.

―Sólo me devuelven el dinero, por la terminación ―contestó el hombre.

―Una persona muy cercana a su entorno nos ha confirmado que le vio salir esta mañana del concesionario de coches... de alta gama.

―Soy fontanero y les he reparado la cisterna del aseo.

 

 

viernes, 14 de marzo de 2025

74. Resaca fúnebre



 



La sensación de sequedad en la garganta y la ansiedad por un gramo de paracetamol hizo que despertara y abriera los ojos, aguzó los cinco sentidos en aquella penumbra oscura que invadía todo el espacio. Al menear los dedos de los pies, se imaginó tumbado. Sin acierto, pensó el motivo por el cual permanecía en aquella rígida posición. Separó las manos del abdomen y ambos codos topetaron en los laterales de madera produciendo un hosco sonido que le incomodó en aquella oscuridad. Saboreando la hiel de la desesperación, abrió la tapa y el resplandor externo provocó que cerrara los ojos entumecidos. Escuchó una voz conocida:

         —La próxima vez que vengas con resaca métete en otro sitio, tenemos que llevar el ataúd al asilo; ha fallecido una anciana.

 

 


Micro ganador de Gigantes de Liliput, tema “Oscuridad” el 15 de mayo de 2017

 

 

73. Testimonial inminente






Dos agentes de la Policía Local, tras abandonar el coche patrulla, se dirigieron a la dirección que tenían anotada en una pequeña libreta, uno de ellos llamó al timbre, el otro enhiesto como un águila hambrienta. Abrió la puerta un hombre de aspecto desaliñado con chándal de sofá y chancletas de usos infinitos.

—Está usted detenido. Según la ley: tiene derecho a un abogado, a no declarar en su contra… Permita —le mostró los grilletes abiertos.

—¿Y eso?

—Es culpable de causar daño corporal a su esposa, el médico forense certificó que, lo que ella nos mostró en urgencias, resultó ser un hematoma producido por sus manos y no por un topetazo contra la mesita. Acompáñenos a comisaria. Tenemos que formalizar su implicación.

—No tienen testigos.

—¿Le parecen pocos, sus tres hijos?

 

72. La sentencia firme

 



El imputado permanecía delante del tribunal judicial que había cuestionado las circunstancias del delito y la relevancia de los bienes jurídicos afectados. Imaginaba, junto a su perro, mirando el verde de los prados que llegaban a mezclarse con los picos sobre las colinas de la comarca hasta llegar el amanecer que resultó anaranjado. Regresó calmo bajo el cielo azul del alba pisando la gravilla blanquecina del camino serpenteante y bordado de abetos que le llevó hasta el cobijo de una vieja cuadra donde descubrió tumbados sobre un lecho de paja nueva a su esposa con el amante. Jamás se hubiera imaginado estar en aquella situación en la que no podía olvidar el cuerpo descuartizado del hombre, ni tan siquiera el rojo sanguinolento de la esposa inconsciente que mantuvo en sus manos hasta que llegó la policía avisada por uno de los empleados de la finca.

                  —¡¡¡Prisión permanente revisable... !!! —saltó el juez.

 

    Sonó el golpe del mazo.

 

71. La inauguración oficial

 




El alcalde de la ciudad inauguraba la nueva estación ferroviaria. Permaneció en silencio y reflexionando sobre las palabras que iba a pronunciar. En la primera fila se encontraban los dirigentes del partido político al que pertenecía desde años. Sabía que los micrófonos colocados en el atril funcionaban, los palpó para estabilizar su ansiedad. Giró la mirada a derecha e izquierda y descubrió a su madre que le observaba; recordó la pregunta que ella le había hecho al inicio de las obras: ¿Quién te ha regalado ese coche tan flamante? La miró por segunda vez y descubrió al constructor que la abrazaba. Bebió agua sin poder tragar su angustia, ni la mirada reprobatoria de la madre, que había descubierto a su mecenas político en ese instante.

 

miércoles, 19 de febrero de 2025

70. Reparto de beneficios

 



 

Sopló las dos velas que había encima del pastel cubierto de merengue: ocho delante y un cinco al lado para enumerar su edad. Tras el aplauso de los familiares presentes, por recomendación de su fallecido esposo, repartió en sobres la parte de los aginaldos navideños a hijos, nietos y biznietos. Al quedar totalmente a solas, abrió la tapa que cubría el gramófono y cogió uno de los discos de vinilo, cuidadosa lo depositó encajando el agujero del centro para que girara a treinta y tres revoluciones, pasó el paño por encima y dejo caer la aguja lectora en los primeros surcos. Tras los primeros crujidos brotó la música del acordeón y la voz aterciopelada de Carlos Gardel cantaba “Adiós Muchachos”, colocó la palma de la mano derecha pegada a su abdomen y encuadró la izquierda. Sonriente, cerró los ojos húmedos para bailar su tango preferido. Sumisa a su antojo sonoro recordó los compases de su marido desde el mismo día que le prometió amor eterno en aquella terraza de verano.

 

69. Recolecta nocturna.

 






 

La lluvia persistía durante varios días consiguiendo que los campos se anegasen y algunos lugareños comentaran el refranero: “Agua de mayo, vale para todo el año”. Apenas se escuchaban las gotas que estallaban en el plástico de los invernaderos que cobijaban las plantaciones invernales que relucían entre los claros de la luna que aparecía de entre las nubes como por arte de magia. El motor de un coche se escuchó hasta que se detuvo al margen del camino rural. Dos linternas reflejaron la senda bordeada de hierba fresca y su luz se estampó en la concha espiral de varios caracoles que buscaban las hojas mas tiernas del campo.

—¡Vámonos! —alertó uno de ellos.

—Aprisa que nos pillan —se congratuló otro.

—Llevan cubos, fijo que vienen a por nosotros.


martes, 7 de enero de 2025

68. En la clínica dental


 

Patricio se encontraba en la sala de espera de la clínica dental, había comprobado la hora en recepción, en donde el día anterior, por teléfono, solicitó turno para la extracción de una muela. Escuchó el inicio repelente del sonido del compresor de aspirador bucal. Comenzó a sudar, supuso que sería por el aire acondicionado y sintió hormigueos por todo el cuerpo. Para sosegarse decidió pasear y mirar por la ventana, la calle. De repente, sonó su teléfono móvil, lo colocó en la oreja y contestó:

—¡Qué sorpresa! Dígame…

Se dirigió a la joven que atendía la recepción y le dijo:

—Perdón, ya vendré otro día, es una oferta muy buena de telefonía móvil y aquí no poca cobertura para hacer el contrato...

La recepcionista captó aquella excusa.

 

67. Noche de bodas

 





 


 

Los recién casados llegaron sobre las cuatro de la madrugada a la habitación del hotel. El nuevo marido se entretuvo desnudándose frente al espejo componiendo figuras atléticas con muecas de galán para cualquier fotonovela, ella silabeando en el baño se colocaba un picardías rojo de seda natural.

—¡Menuda cogorza ha pillado tu padre! —saltó él, al verla salir.

—Pues no digamos el tuyo… —sonó a reproche.

—Al mío no han tenido que llevarlo a casa.

—Mira que te gusta malmeter. En la iglesia tu padre ya se tambaleaba; su aliento apestaba a cazalla cuando me beso para felicitarme.

El nuevo marido se acostó desnudo en la cama y quedo como la maja desnuda de Goya sobre los cojines y, tras verla pasear por delante, le sugirió:

—Cariño, ven aquí conmigo.

—¡Ni hablar! —resolvió ella plantada en los pies de la cama.

El marido insistió mostrándole el pene erecto:

—Estoy muy excitado.

—Ya sabes lo que tienes que hacer. Para eso tienes dos manos.

—¡Eh!!!... que en ningún momento vi a tu padre beber.

—¿De verdad?

—Te lo juro esposa mía.

 

martes, 24 de diciembre de 2024

64. La dedicatoria emocional



 

Mi único interés aquella tarde era escuchar el programa de discos dedicados después de la emisión de los cuarenta principales. Los más vendidos en la primavera del año 1974. Para ello tuve que inventarme la escusa de que tenía un fuerte dolor de barriga, porque mi madre escuchaba a diario la novela radiofónica: Lucecita. Ante mi persistencia, puso el dial en la emisora donde le sugerí y me senté en una silla junto a la mesa camilla para merendar. Casi me atraganté con un bocado del bocadillo de mantequilla de colores, al escuchar que el locutor me dedicaba la canción de Nino Bravo: Un beso y una flor. La petición era de una chica que se llamaba Rosita. Desde entonces, a ella no le han faltado mis besos y a mi madre las flores en su tumba.

 

63. Ignorancia en el tren de la bruja

 


 

 

Frente a la atracción infantil de feria ambulante, una niña con su hermano mayor, aguardan turno para subirse a uno de los vagones tirados por la maquina que conduce un hombre. Era la primera vez que iban a ocuparlos en aquel tren decorado con los dibujos de Blancanieves y los siete enanitos.

         El padre de ambos entregó la entrada al joven que les acompañó hasta el vagón descapotable, luego les observó dando vueltas sobre un círculo de raíles divido por un túnel cubierto por una lona rala.

Al finalizar el viaje y bajar del vagón, su hermano le preguntó:

—¿Qué te ha parecido la bruja?

—No es una bruja, es un brujo, porque lleva las mismas zapatillas que el hombre que nos regaló el globo en la entrada.

 

62. Final de mes

 




 

Me encontraba en la cola de la oficina del paro para atender una cita concertada. Cinco años en aquella situación habían hecho que conociese a las tres personas que me precedían. Metí la mano en el bolsillo y acaricié el billete de cinco euros que me había dado mi esposa para comprar el pan, una botella de aceite y con lo que sobrara un poco de fruta; aunque fuese madura. Al llegar al mostrador, la funcionaria, con una sonrisa me entregó un impreso.

—Es para un contrato de seis meses, se lo merece —me dijo.

Dejé el billete de cinco euros y saqué la mano para rellenar la solicitud, con la otra, replegué una lágrima que brotó de mis ojos.

 

 


61. Practicas políticas



Dos concejales del mismo partido político aguardan a los novios en la puerta de la iglesia; uno de ellos le dice al otro:

—Te advertí que era una incongruencia invitar a Gómez a la boda.

—Solo tiene que ingresar los mil euros en la cuenta corriente de los novios y mi yerno se encargará de blanquearlos.

—Está en paro. Es un riesgo muy grande.

—Por su interés, no se atreverá a decir nada. Todos sabemos de dónde ha salido el viaje que le ha regalado el padre de la novia, está imputado en el caso de las comisiones de la variante de la carretera comarcal.

—¿Cómo pagaran el convite?

—Nosotros les entregaremos un sobre con nuestra voluntad. Como se le hace al cura. Y el cura ya se encargará de bendecir la operación.

—Bendito sea nuestro benefactor.

—Ya nos cobra una buena comisión.

 


lunes, 23 de diciembre de 2024

60. Cobardía innata

 



 

 

Una vez descargado el equipaje en nuestra habitación, en la casa de campo de mis suegros, fuimos a la cocina para tomar un refrigerio. Mi suegra a preparaba la cena. Se limpió las manos con el mandil y me invitó que la acompañara a la buhardilla externa en donde había gallinas y una jaula con varios conejos. Me entregó un cuchillo, tan grande como los del concurso MasterChef y me dijo:

—Pilla un conejo y mátalo, mañana lo echaremos a la paella.

Saque el animalito y lo deje encima de una mesa rancia.

Delante del animalito permanecí observando cómo roía un trozo de pan duro que yo mismo le entregué. Parecía no percatarse de mi presencia, por lo que sentí una debilidad que me afectó íntimamente. Acariciándolo, pasé mi mano por su lomo con suavidad; de repente, la voz de mi suegra:

—¡Traecobarde!

En un santiamén le acogotó.

 

 

59. Somnolencia estival

 



 

 



 

Antonio aguarda su turno en la consulta médica de su distrito, por consejo ineludible de su esposa, ha decidido acudir, ya que pasa las noches en vela a consecuencia de un insomnio intenso de fogosidad.

      Sedentes ambos frente al doctor son atendidos de inmediato:

      —Dígame ¿Qué le ocurre?

      —Me es difícil dormir, veo sombras por todas partes. Figuras humanas.

      —¿Desde cuándo?

      —Durante todo el verano —responde la esposa convencida —Aunque tiene el turno partido, mañana y tarde. Cuando descansa, descanso yo también.

      —¿Ha sufrido algún percance por culpa de un accidente de tráfico, o de hogar? ¿quizás la oscuridad? Algún remordimiento enquistado en su mente, Suele ser patológico en gente que trabaja a turnos, el cambio biológico tiene consecuencias ante las funciones ordinarias de nuestro organismo.

      —No… solo tengo ansiedad —responde Antonio.

      —¿De qué trabaja?

      —En la playa, alquilo sombrillas y tumbonas.

      —¡A mujeres! —añade la esposa—… nudistas.

 

 

58 El cartero llama una vez

 



 

—El jefe te llama.

—¿Qué es lo que quiere?

—Te acerques a su despacho, antes de comenzar el reparto de hoy.

La oficina de correos aún estaba cerrada al público, Narciso dejó su macuto repleto de cartas en la maleta trasera de la motocicleta y entró en el despacho sin llamar. El director no se sorprendió y si se extrañó.

—¿Dígame? señor Torres —preguntó el cartero.

El jefe le entregó una carta con el matasellos estampado, permitió que el repartidor leyese la dirección anotada y al no decir nada, lo hizo él.

—¿Esa nueva dirección es cosa tuya?...  Puticlub… “La Irene”.

—Es que partida "Las cumbres de Minerva", a nadie le suena. Y como usted bien sabe, las empleadas reciben mucha correspondencia de fuera de nuestro país, me refiero a las que allí trabajan.

—¡Póngale un nombre más adecuado!

—Póngalo usted… que las visita a diario.

 

 

57. La escena romántica




Ella mantiene firme la mirada frente al galán que la tiene cogida por la cintura y pegada a su cuerpo. Existe poca distancia entre ambos, la justa para que sus palabras sean escuchadas por los micrófonos. Tras el sonido de la tablilla, ella inicia un dialogo almibarado:

—Te amo, te quiero, te deseo tanto amor mío.

—No creo que tu deseo sea mayor que el mío, mi tesoro.

—Prométeme que nunca más nos separaremos.

—Mi amor…

—Tengo que confesarte un secreto —alega ella.

—¡¡¡Corten!!! A ver Lucia, ¡por enésima vez!, esa frase le corresponde a él. Métete en la cabeza que es él, el que tiene la amante, y no tú… ¡Un cigarrito y repetimos la escaleta!

—¡Ya te dije que me cambiases de actor!... este es feísimo.

 

 

sábado, 13 de enero de 2024

53-Bricolaje por fascículos

 




 

Arrodillado delante del retrete, como si fuese a fregar el suelo, subió sus manos a la par por el lateral de la loza blanca hasta levantar la tapa de la cisterna. Descubrió el canalillo que se desprendía por el fondo, cerró la llavecilla de paso y sentó encima de la tapa del wáter quedando sus rodillas pegadas a la pared. Provocó una descarga completa y tras desenroscar el tornillo que la fijaba, la desplazó a un lado y desmontó el flotador por donde entraba en agua. Al descubrir la gomita de cierre desgastada, sonrió como quien ha descubierto al peor de los delincuentes. Del bolsillo sacó una nueva y la cambió, acto seguido, acopló todo lo desmontado y accionó el pulsador.

—¡De algo te ha servido el curso de bricolaje! —dijo la esposa que había llegado prevista con el cubo y la fregona.

Al agua manaba por todas las juntas que había tocado.

—¡Hay que llamar cuanto antes al fontanero!

—¿Y eso?

—¿No lo ves que es culpa de la presión?