El muchacho, antes de abandonarle, se despidió:
—Mi madre me indicó que le encontraría aquí.
—¿Quién eres?
—Pregúnteselo a ella, a mí dudo que usted me recuerde.
HISTORIAS QUE VUELAN A TU ALREDEDOR
HISTORIAS QUE VUELAN A TU ALREDEDOR
El muchacho, antes de abandonarle, se despidió:
—Mi madre me indicó que le encontraría aquí.
—¿Quién eres?
—Pregúnteselo a ella, a mí dudo que usted me recuerde.
Fui directo al baño, necesitaba de la soledad absoluta en aquel espacio intimo y ahora totalmente vacío, pasé las peores horas de mi vida desatascando la fosa séptica de la casa en el jardín. Bajo la ducha salía agua tan fría como los témpanos que me hacían tiritar. Al no tener más opción que la resignación, salí como la liebre atrapada en un corral, nada, no conseguía encontrar la paz interna que necesitaba ante el fuerte hedor que mi cuerpo despedía, caminaba zarandeándome para escupir el agua del cuerpo como el perro que abandona el mar en la orilla de la playa. Acudí a la donde estaba el termo con bombona de gas y la meneé, por el escuálido peso del contenido, descubrí que nada quedaba en su interior. Tan vacía como la de reserva que había al lado.
Sonó el portero automático, accioné la tecla de apertura con el dedo tan recto como el ET y escuché la voz de mi salvavidas:
—¡¡¡Butano!!!
A la llegada de la patrulla policial, tras desactivar las luces de emergencia, las personas agrupadas en la entrada de la oficina del INEM se apartaron para ceder el paso a los dos policías que salieron con premura del vehículo.
En el interior del edificio, el guardia jurado sujetaba a un hombre que se les resistía intentando liberarse. Derecha e izquierda.
Uno de los agentes ordenó que le soltara, el otro preguntó:
—¿Qué es lo que ha pasado?
—Casi se lía con el funcionario que le atendía—respondió una mujer con pinta de saber todo lo ocurrido.
—¿Y eso? —insistió el mismo policía.
—Cuando le atendía; le ha llamado turista —señaló la mujer al que detrás de la mesa encajaba el nudo de la corbata en el centro de la camisa.
—Llamar turista… no es un insulto —alegó el agente policial.
—Me ha insinuado que llevo cinco años de vacaciones.
—A denegado más de diez ofertas de trabajo —intervino el funcionario.
—¡Cuñao…! no me líes que la tenemos...
Arrodillado delante del retrete, como si fuese a fregar el suelo, subió sus manos a la par por el lateral de la loza blanca hasta levantar la tapa de la cisterna. Descubrió el canalillo que se desprendía por el fondo, cerró la llavecilla de paso y sentó encima de la tapa del wáter quedando sus rodillas pegadas a la pared. Provocó una descarga completa y tras desenroscar el tornillo que la fijaba, la desplazó a un lado y desmontó el flotador por donde entraba en agua. Al descubrir la gomita de cierre desgastada, sonrió como quien ha descubierto al peor de los delincuentes. Del bolsillo sacó una nueva y la cambió, acto seguido, acopló todo lo desmontado y accionó el pulsador.
—¡De algo te ha servido el curso de bricolaje! —dijo la esposa que había llegado prevista con el cubo y la fregona.
Al agua manaba por todas las juntas que había tocado.
—¡Hay que llamar cuanto antes al fontanero!
—¿Y eso?
—¿No lo ves que es culpa de la presión?
La ausencia repentina de ella, hizo que me detuviera en el sendero que bordeaba el Monte del Perdón, por un extenso trigal. Al girarme para aguardarla, dejé de observar la infinidad de mariposas que revoloteaban por delante de nosotros. La descubrí bajo la sombra un viejo nogal, junto a una “Vanessa atalanta” que posaba mostrando sus alas abiertas sobre la rama de un romero en flor. Me acerqué para fotografiarlas y, cuando tuve el enfoque perfecto de la cámara, una luz cegadora me lo impidió.
—Queda un minuto —dijo el anestesista.
—¡Bisturí…!
Las mariposas comenzaron a difundir el color de sus alas por aquella parte del Camino de Santiago.
CONCURSO NETWRITERS, 19 DE ABRIL DE 2016
Micro ganador de Gigantes de Liliput, tema “Mariposas”