Fui directo al baño, necesitaba de la soledad absoluta en aquel espacio intimo y ahora totalmente vacío, pasé las peores horas de mi vida desatascando la fosa séptica de la casa en el jardín. Bajo la ducha salía agua tan fría como los témpanos que me hacían tiritar. Al no tener más opción que la resignación, salí como la liebre atrapada en un corral, nada, no conseguía encontrar la paz interna que necesitaba ante el fuerte hedor que mi cuerpo despedía, caminaba zarandeándome para escupir el agua del cuerpo como el perro que abandona el mar en la orilla de la playa. Acudí a la donde estaba el termo con bombona de gas y la meneé, por el escuálido peso del contenido, descubrí que nada quedaba en su interior. Tan vacía como la de reserva que había al lado.
Sonó el portero automático, accioné la tecla de apertura con el dedo tan recto como el ET y escuché la voz de mi salvavidas:
—¡¡¡Butano!!!
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