HISTORIAS QUE VUELAN A TU ALREDEDOR

martes, 25 de abril de 2023

48. El actor de comedia

 




 

Marcial San Pedro, no aguardó la llegada del ascensor, ansiaba tanto ver a la esposa, que llegó en un santiamén hasta su casa, en la tercera planta, de un edifico en la zona perimetral de Valencia. Abrió la puerta con sigilo y caminó del mismo modo. La encontró programando la lavadora y, cuando ella giró, para atenuar la sorpresa, le manifestó:

—¡Por fin cariño!

—Por fin… ¿El qué? —preguntó ella, por no atinar.

—He salido de la oficina del paro con Chema, su padre nos invitó a un café. Mientras hablaban de sus cosas, di un vistazo a un periódico que había en la barra y… ¿A qué no sabes cuál ha sido mi sorpresa?

—Pues no…

—En la página de ofertas de empleo, un anuncio: Obra pública, en el teatro Principal, sin que ellos se dieran cuenta, anoté sin que me descubrieran, en una servilleta el número de teléfono para contactar.

—¿Y eso?

—¿Qué quieres? —Se encogió de hombros

—Bueno… ¿y qué? yo tengo trabajo, no como tú.

—He llamado mientras aguardaba el BUS, y me ha atendido una chica muy simpática. Presentí desde el primer momento que se interesaba por mí. Ha insistido en averiguar, si había trabajado en cualquier obra pública y le he dicho que si, añadí que de extra cuando se rodó la serie de Canal Nou, La Alquería Blanca, aquella escena que yo les sirvo los helados al Tato y a la Juana. Creo que eso la convenció. No sé si hice bien, o mal, pero cariñito, llevo tres años en paro y es la primera vez que he visto un poco de luz, en el túnel de la desesperación. Ya lo sabes. Estoy que me salgo.

—¿Comentaste tu especialidad en género dramático y tragedia?

—¡Claro! Le cité algo de Yerma, de Lorca —se retiró de ella y en posición enhiesta narró con ímpetu: "Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te diera el sol. A mí me gustaría que fueras al río y nadaras, y que te subieras el tejado cuando la lluvia cala nuestra vivienda…”

—Eso me tocaba a mí. Yo hacía de mujer.

—¡Esa es la cuestión! Me sabía de memoria el guion entero, fijo. Por ello lo hice. Lo cierto es que me vine arriba, noté como se descojonaba. Me dijo que mañana a primera hora me presentase en la puerta del teatro, a las ocho, seguramente será para el "casting". ¡Ah!, el contrato son tres meses renovables. Es para los parados de larga duración. ¡Bingo!

—¿Por qué no se lo has comentado al Chema?

—¡Joder! Siempre pilla algo. Cuando nos dependimos se marchó con su padre al ayuntamiento. No te extrañe que algún rollo le encuentre. ¿Acaso no sabes que conoce al concejal de urbanismo?

—No me he enterado que en el Teatro Principal, tengan previsto la presentación de ninguna obra. Y eso que ayer estuve con Maruja, la del cine Colón.

 —Igual se le ha pasado… estar pendiente de las palomitas, tiene cierto riesgo, ten en cuenta que hay que mantenerlas en un punto ideal, y de sal.

El resto del día se entretuvo previniendo toda la documentación laboral en una carpeta. Aquella noche consiguió recuperar su autoestima. No tanto como el sueño.

Apenas sonó el despertador del teléfono móvil, saltó de la cama. Su mujer ya había marchado a trabajar. Ataviado con sus mejores dotes escénicas, salió de casa. La parada del autobús le dejo a escasos metros del lugar. Por temor a sentir más nervios, de lo que tenía, omitió tomarse un café. Al llegar frente a la fachada del teatro, la observó de arriba abajo. Una pancarta pendía en el lateral derecho del andamio: PERDONEN LAS MOLESTIAS, OBRA PUBLICA PARA LA REHABILITACIÓN DEL TEATRO PRINCIPAL.

Marcial cruzó la calle y abrió con diligencia la puerta metálica que había en el centro de la valla metálica, en el interior encontró a un hombre de cara mofletuda y escasa altura, tenía colocado un casco de seguridad y en la zurda mantenía una carpeta, al verle entrar, consultó su reloj y se interesó:

—¿Es usted Marcial San Pedro? 

—El mismo.

—¿Ha utilizado alguna vez el martillo eléctrico?

—No creo sea difícil —contestó con ansiedad, mal disimulada, por no conocer el artilugio citado.

—Entre en aquella puerta —la indicó con la diestra—, es la oficina, deje sus papeles y le entregaran un casco, coja también el protector para las orejas, puede terminar loco, si no se lo pone —miró al suelo y añadió— tiene que hacer una zanja para sanear la red del alcantarillado. 

Para poder convencerse de lo que estaba pasando, Marcial insistió: 

—¿Y el "casting"?

—¿Ni casting, ni huevos? Si no quiere el trabajo, lo dice. En la nota de prensa lo decía bien claro: “Se necesita personal para obra pública”

—¡Ya! pero yo soy actor de comedia.

—Fíjese en lo que pone en mi casco: director de obra.

—¿Y el guion?

—Siga la señal blanca, hay que llegar hasta la calle… con la zanja.

 

 

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